En términos generales, la búsqueda de nuevas estrategias farmacológicas siempre parte de la identificación de moléculas susceptibles de ser modificadas (normalmente, activadas o desactivadas) para corregir determinados fenómenos a nivel molecular que suceden en el contexto de una patología concreta.
Así, investigadores italianos han propuesto recientemente a la proteína eEF2K (también conocida como CAMKIII) como una diana a tener en cuenta de cara al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas para el síndrome de Dravet. Esta proteína participa en la traducción del ARN mensajero, un proceso que permite decodificar la información contenida en los genes con el fin de producir proteínas, moléculas que realizan una gran variedad de funciones celulares.
En el año 2017, estos investigadores ya propusieron que la eliminación de esta proteína en ratones incrementa la neurotransmisión inhibitoria (más información sobre este primer estudio, AQUÍ). Como ya sabéis, en situaciones normales, en el cerebro existe un equilibrio entre neurotransmisión excitatoria e inhibitoria. En situaciones de epilepsia, como es el caso del síndrome de Dravet, el balance se descompensa en detrimento de la neurotransmisión inhibitoria, lo que conduce a un exceso de excitación cerebral y a las consecuentes crisis epilépticas. Por lo tanto, estos investigadores propusieron que la eliminación genética o la inactivación de esta proteína podría ser beneficioso para la corrección de las crisis epilépticas, ya que se incrementa así la neurotransmisión inhibitoria.
En este nuevo estudio, los investigadores han utilizado uno de los primeros modelos de ratón de síndrome de Dravet, concretamente el ratón que fue desarrollado por el equipo de William Catterall en 2007, en el que participó el profesor Franck Kalume, miembro de nuestro Comité Científico. Utilizando estos ratones, este grupo italiano ha realizado dos estrategias experimentales diferentes, pero complementarias: (i) por una parte, la eliminación genética de la proteína eEF2K y, (ii) por otra parte, la utilización de un compuesto que inhibe la actividad de la proteína eEF2K. Con ambas estrategias experimentales, estos investigadores han demostrado que se mejora el progreso de la enfermedad, ya no solo en lo relacionado con la actividad convulsiva, sino también en relación a las típicas alteraciones comportamentales asociadas. El estudio original, entero y en acceso libre, puede leerse en inglés AQUÍ.
Por lo tanto, este estudio abre la puerta a una nueva diana farmacológica muy interesante en el contexto del síndrome de Dravet, dado que compuestos dirigidos a inhibir la actividad de esta proteína podrían resultar de interés clínico. Se trata de una investigación muy interesante, que además pone de manifiesto la importancia de la investigación básica para generar evidencias que puedan ser utilizadas para el desarrollo de nuevas terapias con aplicación clínica. Como decía la gran bioquímica española Margarita Salas, “sin investigación básica no hay desarrollo”.
Un sueño, una meta.