En la Fundación Síndrome de Dravet, nuestro compromiso es impulsar la investigación, mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por el síndrome de Dravet y otras epilepsias genéticas, y apoyar a sus familias en cada etapa de su camino. La epilepsia refractaria al tratamiento, que afecta al 20-30% de los pacientes con epilepsia, representa un desafío significativo debido a la persistencia de crisis a pesar de los tratamientos farmacológicos. Un reciente artículo científico de investigadores coreanos publicado hace unas semanas en la revista Nutrients, titulado Clinical Efficacy and Safety of the Ketogenic Diet in Patients with Genetic Confirmation of Drug-Resistant Epilepsy, revisa la eficacia y seguridad de la dieta cetogénica y sus variantes en pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento de origen genético, incluyendo el síndrome de Dravet. Esta revisión ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo las dietas cetogénicas pueden transformar la gestión de estas condiciones. A continuación, exploramos en detalle los hallazgos clave y su relevancia para nuestra comunidad.
La dieta cetogénica: Un cambio metabólico con impacto neurológico
La dieta cetogénica clásica es una intervención dietética alta en grasas y baja en carbohidratos que induce un estado de cetosis, donde el cuerpo produce cetonas como fuente alternativa de energía para el cerebro. Este cambio metabólico reduce la excitabilidad neuronal, mejora la función mitocondrial, modula el equilibrio entre neurotransmisores excitatorios e inhibitorios y ejerce efectos antiinflamatorios. Desde su desarrollo en la década de 1920, la dieta cetogénica clásica ha demostrado ser una herramienta relativamente eficaz para reducir la frecuencia de crisis epilépticas en pacientes con epilepsia refractaria, especialmente en niños. Sin embargo, su rigidez puede dificultar la adherencia, lo que ha llevado al desarrollo de variantes más flexibles, como la dieta Atkins modificada, la dieta de triglicéridos de cadena media y el tratamiento de bajo índice glucémico. Estas opciones ofrecen diferentes proporciones de macronutrientes y niveles de flexibilidad, adaptándose a las necesidades de los pacientes mientras mantienen beneficios anticonvulsivos.
Eficacia en epilepsias genéticas: Un enfoque personalizado
Este artículo destaca que la eficacia de la dieta cetogénica depende en gran medida del perfil genético del paciente, lo que subraya la necesidad de enfoques personalizados. En condiciones como el síndrome de deficiencia del transportador de glucosa tipo 1 (GLUT1 DS) y la deficiencia del complejo piruvato deshidrogenasa (PDCD), la dieta cetogénica clásica es un tratamiento de primera línea, ya que las cetonas evitan defectos metabólicos clave, logrando un control significativo de las crisis y mejoras en el desarrollo cognitivo. En el síndrome de Dravet, causado por variantes de pérdida de función en el gen SCN1A, tanto la dieta cetogénica clásica como la dieta Atkins modificada han mostrado relativamente buenos resultados, reduciendo la frecuencia de crisis y estabilizando las redes corticales al proporcionar una fuente alternativa de energía que mitiga la hiperexcitabilidad neuronal. Por ejemplo, estudios han reportado que hasta el 50% de los pacientes con Dravet experimentan una reducción significativa de las crisis epilépticas con estas dietas. Otros trastornos, como el síndrome de Angelman (UBE3A), el complejo de esclerosis tuberosa (TSC1/TSC2), la deficiencia de CDKL5 y trastornos relacionados con STXBP1, también se benefician de estas dietas, con reducciones de crisis de hasta el 65% en algunos casos y mejoras en el comportamiento y la cognición. Sin embargo, la respuesta suele variar según la gravedad de la mutación y el fenotipo clínico, lo que resalta la importancia de adaptar la dieta al contexto genético de cada paciente.
Seguridad y consideraciones genéticas: Un equilibrio delicado
Bajo supervisión clínica adecuada, la dieta cetogénica y sus variantes son generalmente seguras, pero no están exentas de riesgos. Los efectos secundarios iniciales incluyen molestias gastrointestinales (como estreñimiento o náuseas), deshidratación e hipoglucemia, que suelen ser manejables con ajustes dietéticos. A largo plazo, pueden surgir complicaciones como nefrolitiasis o cálculo renal (en aproximadamente el 7% de los niños), hiperlipidemia, deficiencias de micronutrientes y reducción de la densidad ósea, lo que requiere una monitorización regular de la función renal, los niveles de lípidos y el estado óseo. Las variantes como la dieta Atkins modificada y el tratamiento de bajo índice glucémico son más tolerables, con menos efectos adversos, lo que las hace ideales para adolescentes y adultos. Sin embargo, la dieta cetogénica está absolutamente contraindicada en ciertas condiciones genéticas, como la deficiencia de piruvato carboxilasa y la deficiencia primaria de carnitina (SLC22A5), debido al riesgo de descompensación metabólica grave. En trastornos mitocondriales, como los causados por variantes en POLG o deleciones en el ADN mitocondrial, la dieta cetogénica clásica puede agravar la disfunción metabólica, aunque el tratamiento de bajo índice glucémico podría ser una alternativa más segura en algunos casos. Estas consideraciones genéticas destacan la necesidad de una evaluación exhaustiva antes de iniciar la dieta, con un enfoque multidisciplinario que incluya neurólogos, dietistas y genetistas.
Avances en medicina de precisión: El futuro de la dieta cetogénica
Uno de los aspectos más interesantes de esta revisión es su énfasis en la medicina de precisión. Estudios de asociación genómica han identificado marcadores genéticos que predicen la respuesta a la dieta cetogénica clásica, como variaciones en genes de canales iónicos y neurotransmisores. Por ejemplo, en el síndrome de Dravet, las variantes en SCN1A pueden influir en cómo las cetonas estabilizan las redes neuronales. Además, el análisis del microbioma intestinal ha revelado que ciertas poblaciones bacterianas, como Akkermansia muciniphila y Parabacteroides, pueden potenciar los efectos anticrisis de la dieta cetogénica al mejorar la actividad GABAérgica. Los enfoques multiómicos, que integran datos genómicos, metabolómicos y de microbioma, están abriendo la puerta a protocolos dietéticos personalizados basados en biomarcadores. Por ejemplo, la β-hidroxibutirato (BHB), el principal cuerpo cetónico producido durante la cetosis, no solo actúa como combustible metabólico, sino también como una molécula de señalización que modula la expresión génica y la función mitocondrial. Estas investigaciones sugieren que, en el futuro, podríamos predecir con mayor precisión qué pacientes se beneficiarán de la dieta cetogénica y optimizar su aplicación para minimizar riesgos. Además, los suplementos de cetonas exógenas y las variantes más flexibles, como la dieta Atkins modificada y el tratamiento de bajo índice glucémico, están siendo explorados para mejorar la adherencia y la tolerabilidad, ofreciendo nuevas esperanzas para los pacientes y sus familias.
Desafíos y oportunidades: Mirando hacia el futuro
A pesar de sus beneficios, la dieta cetogénica enfrenta desafíos significativos que requieren atención. La variabilidad interindividual en las respuestas, influenciada por factores genéticos y metabólicos, exige una mayor investigación para identificar biomarcadores predictivos que permitan seleccionar a los pacientes más propensos a beneficiarse. La adherencia a largo plazo sigue siendo un obstáculo, especialmente en la dieta cetogénica clásica, debido a su rigidez y las restricciones dietéticas que impone, lo que puede ser particularmente difícil para niños y adolescentes. Las variantes como la dieta Atkins modificada y el tratamiento de bajo índice glucémico han mejorado significativamente la adherencia, pero aún se necesitan estrategias para facilitar la adopción de estas dietas en diferentes contextos culturales y socioeconómicos. Los efectos secundarios a largo plazo, como la pérdida de densidad ósea, el riesgo de dislipidemia y las complicaciones renales, también requieren una monitorización continua y estrategias preventivas, como la suplementación con citrato de potasio, calcio y vitamina D. Sin embargo, estos desafíos son también oportunidades. Los avances en multiómica y la integración de datos genéticos, metabólicos y de microbioma están allanando el camino hacia intervenciones dietéticas más precisas y efectivas. Por tanto, la colaboración entre neurólogos, dietistas, genetistas y familias es fundamental para garantizar que la dieta cetogénica se implemente de manera segura y personalizada, maximizando sus beneficios para cada paciente.
Un futuro lleno de esperanza para nuestra comunidad
La dieta cetogénica y sus variantes representan una herramienta transformadora para el síndrome de Dravet y otras epilepsias genéticas refractarias. Aunque persisten desafíos, los avances en genética, metabolómica y microbioma nos acercan a un futuro donde los tratamientos sean más precisos, efectivos y accesibles. En la Fundación Síndrome de Dravet, estamos más comprometidos que nunca en apoyar a las familias, promover la investigación y abogar por un sistema sanitario que escuche y responda a sus necesidades. Cada estudio, cada nuevo descubrimiento, es un paso hacia un mundo donde el síndrome de Dravet no sea una barrera para una vida plena. Invitamos a todas las familias, profesionales de la salud y aliados a unirse a nosotros en esta misión. Comparte tu historia, participa en nuestras iniciativas y sé parte de este movimiento por un mañana lleno de esperanza, fortaleza y nuevas oportunidades. ¡Juntos, haremos realidad un futuro mejor para nuestra comunidad!