El síndrome de Dravet es una encefalopatía epiléptica y del desarrollo que afecta a niños desde edades muy tempranas, caracterizada por crisis epilépticas difíciles de controlar y diversas comorbilidades que impactan profundamente su calidad de vida. Aunque sabemos que la mayoría de los casos están relacionados con mutaciones en el gen SCN1A, que codifica un canal de sodio esencial para el funcionamiento cerebral, los mecanismos exactos que desencadenan las crisis epilépticas y las complicaciones asociadas aún no están completamente claros. Un estudio reciente, publicado por un equipo de investigadores de Estados Unidos, aporta nueva luz sobre este enigma al explorar cómo el metabolismo energético, específicamente la función mitocondrial, podría desempeñar un papel clave en la enfermedad.
Las mitocondrias: las “centrales energéticas” de nuestras células
Las mitocondrias son pequeños orgánulos dentro de nuestras células responsables de producir energía en forma de ATP, la molécula que alimenta casi todas las actividades celulares. Este proceso, conocido como fosforilación oxidativa (OXPHOS), depende de una cadena de transporte de electrones (ETC) que funciona como una línea de ensamblaje energética. En el síndrome de Dravet, investigaciones previas habían sugerido que esta maquinaria podría no estar funcionando correctamente en tejidos como el músculo o la piel. Sin embargo, este nuevo estudio da un paso más allá al analizar células linfoblastas, derivadas de la sangre de pacientes, un método mucho menos invasivo y más accesible.
¿Qué descubrieron los investigadores?
El equipo examinó linfoblastas de ocho niños con síndrome de Dravet y los comparó con células de controles sanos. Los resultados fueron reveladores:
- Defectos en la respiración mitocondrial: Las células de los pacientes mostraron una capacidad reducida para producir energía a través de OXPHOS. Esto se reflejó en una disminución del 25% en la respiración basal y en la producción de ATP, así como en una menor capacidad para responder a situaciones de estrés energético.
- Alteraciones en la cadena de transporte de electrones: Los complejos I y II de la ETC, piezas clave en la generación de energía, mostraron una actividad significativamente reducida en las células de los pacientes. En particular, el complejo I fue el más afectado, con cinco de los ocho pacientes por debajo de los valores normales.
- Uso de grasas como combustible alternativo: Las células de los pacientes dependían más de las grasas almacenadas (ácidos grasos endógenos) para generar energía bajo estrés, un hallazgo que podría estar relacionado con la eficacia de la dieta cetogénica, conocida por reducir las crisis en pacientes con síndrome de Dravet.
Curiosamente, no se observaron diferencias en la cantidad de mitocondrias ni en su “salud” general (medida por el potencial de membrana), lo que sugiere que el problema no está en el número o la integridad de las mitocondrias, sino en su capacidad para funcionar eficientemente.
Un modelo innovador y accesible
Uno de los aspectos más emocionantes de este estudio es el uso de linfoblastas, obtenidos a partir de una simple muestra de sangre durante una visita rutinaria. A diferencia de biopsias musculares o de piel, este método es mínimamente invasivo y permite crear líneas celulares estables que pueden estudiarse a largo plazo. Los investigadores proponen que estas células podrían reflejar los problemas energéticos que ocurren en el cerebro, abriendo la puerta a un modelo práctico para investigar el síndrome de Dravet y otras enfermedades neurológicas.
Implicaciones para el síndrome de Dravet
Estos hallazgos refuerzan la idea de que los problemas metabólicos en el síndrome de Dravet no se limitan al cerebro, sino que podrían ser sistémicos. Además, ofrecen una posible explicación de por qué la dieta cetogénica, que favorece el uso de grasas como fuente de energía, es efectiva en algunos pacientes: al “desviar” el metabolismo hacia las grasas, podría compensar las deficiencias mitocondriales y reducir la frecuencia de las crisis epilépticas.
Es interesante notar que, de los ocho pacientes estudiados, tres habían seguido una dieta cetogénica durante al menos tres años antes del estudio. Sus células mostraron una función mitocondrial más cercana a la normalidad, lo que sugiere que esta intervención podría tener un impacto positivo duradero en el metabolismo celular. Aunque este dato es preliminar, invita a explorar más a fondo cómo las terapias metabólicas podrían personalizarse para cada paciente.
Mirando hacia el futuro
Este estudio es un avance prometedor, pero también plantea nuevas preguntas. ¿Cómo se relacionan estos defectos mitocondriales con las mutaciones en SCN1A? ¿Podrían los tratamientos dirigidos a mejorar la función mitocondrial convertirse en una nueva herramienta contra las crisis epilépticas y las comorbilidades? Para responderlas, serán necesarios más estudios con un mayor número de pacientes y un análisis detallado de cómo las características clínicas de cada persona se relacionan con su perfil metabólico.
En la Fundación Síndrome de Dravet, celebramos cada paso que nos acerca a comprender mejor esta enfermedad y a encontrar soluciones que mejoren la vida de quienes la padecen. Este trabajo no solo destaca la importancia de la investigación científica, sino también el valor de enfoques innovadores para estudiar el síndrome de Dravet. Seguiremos apoyando y difundiendo estos esfuerzos, con la esperanza de que cada descubrimiento nos acerque a un futuro mejor para nuestros guerreros y sus familias.
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