Hoy queremos compartir con vosotros el resumen de un interesante artículo en inglés que se publicó hace unos días. Este artículo comienza con la historia de la pequeña Samantha, que cuando tenía sólo cuatro meses comenzó con crisis epilépticas y que, al cumplir un año, ya tomaba un cóctel de tres medicamentos anticrisis diferentes. Las pruebas genéticas no tardaron en confirmar las sospechas de sus médicos: Samantha, que ahora tiene 4 años, padece el síndrome de Dravet.
En el síndrome de Dravet se crea un fenómeno conocido como haploinsuficiencia, en el que el paciente sólo tiene una (de las dos) copia funcional del gen. En el caso del SCN1A y de otros cientos de genes conocidos, existe un delicado equilibrio de actividad molecular necesario para garantizar su correcto funcionamiento. Demasiada poca actividad es un problema y, a menudo, también lo es demasiada.
Ante la dificultad tecnológica de tratar el síndrome de Dravet con la terapia génica tradicional, se está trabajando en nuevos enfoques, como las terapias con oligonucleótidos antisentido que puedan estimular el empalme de ARNm y puedan llegar a crear un nivel fisiológico (o “saludable”) de proteína.
No más olvidos
Debido a los obstáculos técnicos y moleculares de la terapia génica convencional de décadas atrás que se basaba únicamente en el reemplazo de genes, la industria biotecnológica ignoró durante mucho tiempo las haploinsuficiencias. Ahora, gracias a nuevas ideas terapéuticas y a una mejor comprensión de los procesos de la enfermedad, Stoke, Regel Therapeutics, Tevard y un grupo de otras empresas biotecnológicas están apuntando al síndrome de Dravet con prometedores tratamientos y tecnologías experimentales.
Según Kenneth Myers, neurólogo pediátrico del Hospital Infantil de Montreal, en la actualidad hay poco que ofrecer a los pacientes con estas enfermedades aparte de fármacos para controlar los síntomas. Pero gracias a los nuevos avances, dice, “hay un gran motivo de optimismo”.
En el artículo se reporta que la pequeña Samantha, por ejemplo, parece tener ahora su enfermedad bajo mejor control gracias a un nuevo tratamiento experimental, que es el primero que aborda la causa subyacente del síndrome de Dravet.
“¿Es una cura? No, pero es absolutamente nuestra mejor oportunidad”, afirma su madre Jenni. “Definitivamente hay algo con este tratamiento que es muy bueno”.
Dar un impulso
Este tratamiento experimental se basa en el hecho de que la actividad normal de los genes es algo ineficiente y derrochadora. Cuando los genes se descodifican en ARNm, las secuencias resultantes requieren más cortes y empalmes antes de estar maduras y listas para servir de guías para fabricar proteínas. Pero, a menudo, este proceso no da lugar a un producto utilizable.
Esta terapia de oligonucleótidos antisentido está compuesta por piezas cortas y sintéticas de ARN hechas a medida para adherirse a una parte de la transcripción del gen SCN1A y, como resultado, hacer que el corte y empalme productivos sean más eficientes. Los fragmentos sintéticos se adhieren al ARNm de la única versión funcional del gen que tienen las personas con síndrome de Dravet y ayudan a garantizar que se eliminen los fragmentos no deseados de la secuencia de ARNm. Como resultado, se produce más proteína funcional del canal iónico.
Los niveles de proteína no vuelven completamente a la normalidad. Según estudios con ratones, se produce un aumento del 50% al 60%, no la duplicación completa de la proteína correspondiente en el cerebro. Pero ese aumento parece ser suficiente para tener un impacto real en la vida de los pacientes.
Además, se están explorando también otras estrategias y los investigadores siguen desarrollando técnicas más seguras y efectivas para administrar terapias avanzadas a los pacientes con haploinsuficiencia, como el síndrome de Dravet.
Aunque aún hay mucho trabajo por hacer, los avances en la comprensión de las haploinsuficiencias y las investigaciones en terapias avanzadas brindan esperanza para el futuro tratamiento de estas enfermedades genéticas. Se espera que estas nuevas estrategias puedan mejorar la calidad de vida de las personas con haploinsuficiencia y abrir nuevas oportunidades para su tratamiento.
Resumen del artículo original: https://doi.org/10.1146/knowable-041323-1